Ayer me encontré con Luis Iván, un patita de Moyo, que de cierta forma me conecta con mi pasado (Trujillo).
Después del clásico «hola cómo estás», me suelta un:
– Te veo distinta, Brash
– Ah, ¿sí? – Le digo – ¿Distinta cómo?
– Pucha, distinta – Me dice – Ya no te pintas el pelo, te veo más centrada.
(Lo que no sabe es que me voy a volver a pintar el cabello)
Continuó con su reflexión profunda:
– Es el hecho de que ya estamos creciendo, estamos madurando – Me dice – Ahora somos personas distintas.
Y sí pues, más allá de si me pinte o no el cabello, me hizo pensar:
¿Cuándo terminamos de madurar los que no nos casamos ni tenemos hijos?
¿La gente que se casa, madura más rápido?
Exactamente, ¿qué es madurar?
Pienso que, más allá de madurar o no, lo realmente importante es sentirse en paz con una misma, y no tener deudas de ningún tipo con nadie.
Sé también que la felicidad es temporal, y aquí estoy, disfrutando de este momento. Hasta repetir el ciclo de nuevo.
Pero de nuevo, volvamos…
La gente… ¿Realmente termina de madurar?
¿Nuestros padres son maduros?
Hay una canción en portugués que dice:
«Você culpa aos seus pais por tudo
Isso é absurdo
Sao criancas como você,
o que você vai ser,
quando você crescer»
Y significa:
Culpas a tus padres de todo
Eso es absurdo
Son niños como tú
Son lo que tú vas a ser,
cuando decidas crecer.
Gracias por leerme 🙂